Como consejo, lo primero que debemos hacer cuando nos planteamos cambiar el color de nuestro pelo es identificar el tipo de piel que tenemos. Unos determinados colores favorecen más a unas tonalidades de piel que a otras. Para determinar qué tipo de piel tienes, un truco consiste en limpiar la cara de maquillaje y colocarte delante de un espejo. Coloca distintas hojas de colores a tu lado y mira cuál te favorece más. De esta forma, las pieles cálidas o morenas brillan más con colores rojizos o amarillo, mientras que las pieles más frías o claras se ven más favorecidas por colores azulados, verdosos o blancos.
Una vez tengamos identificado el tipo de piel que poseemos, ya podemos elegir qué color de pelo nos irá mejor. Por ejemplo, en el caso de tener una tez blanca lo recomendable es emplear colores que te aporten calidez como por ejemplo el castaño, el color chocolate, el café. En el caso de que te interese un tono rubio lo más recomendable es un tono champagne y si te decantas por un color pelirrojo lo mejor es un cobrizo.
Si por el contrario, tu piel es morena puedes optar por tintes castaño oscuro, rubio rojizo, cobre o café rojizo si buscas una tonalidad más roja para tu cabello.
De esta forma, resulta muy difícil equivocarse al elegir un nuevo color de pelo con el que deslumbrar a todo el mundo.
Colores para lucir
Los colores claros resultan más adecuados para aquellas personas que tengan una piel clara, ya que en el caso de tener una piel muy morena el contraste con un cabello demasiado claro puede no resultar favorecedor.
Atrévete a cambiar tu look, elige un nuevo color que de un aire nuevo a tu día a día cada vez que te mires en el espejo.