“Tres tristes tigres tragan trigo en un trigal” ¿Quién no ha tratado de enfrentarse alguna vez a este tipo de frases tan enrevesadas? Por lo general, no pasan de una línea y son tan embarazosas que parecen haber sido construidas con una genial precisión para entorpecer nuestros ojos, nuestro cerebro y por supuesto, nuestra lengua.
En efecto, los trabalenguas (o más correctamente “destrabalenguas” dada la importancia que toman en el aprendizaje de la lectura y la correcta dicción), se consideran junto a los refranes, las adivinanzas y las fábulas, una forma especial de tradición oral, que además posee un fuerte carácter didáctico, especialmente durante la niñez.
¿Qué son los trabalenguas?
En este sentido, podemos definir a los trabalenguas como oraciones o sentencias generalmente pequeñas y caracterizadas por un conjunto de sílabas repetitivas, enfocadas a mejorar la pronunciación, adquirir una mayor rapidez al hablar y aumentar nuestra precisión durante la lectura en voz alta (fuente).
De esta manera, una combinación de fonemas reiterativos y muy similares entre sí, da lugar a diferentes rimas dentro de los trabalenguas (“Erre con erre, entre brincos; erre con erre, otra vez; vienen los ornitorrincos nadando, corriendo y rodando a la vez”) así como aliteraciones (“Si la sierva que te sirve, no te sirve como sierva, de que sirve que te sirvas de una sierva que no sirve”).
Beneficios de los trabalenguas
Los trabalenguas cumplen una función importante al acrecentar el interés en los más pequeños por conocer su propia lengua, dominarla a través del juego y enriquecer su vocabulario. Una vez que se sientan realmente motivados por el desafío que supone este juego, podrán hallar el entusiasmo necesario para buscar trabalenguas más complejos, crear los suyos propios e incluso competir con sus amigos. Respecto a esto último, podríamos decir que los trabalenguas también cumplen un objetivo social.
A su vez, debemos incluir en la lista de beneficios el papel terapéutico que cumplen los trabalenguas a la hora de corregir ciertas deficiencias en la pronunciación y la lectura. Por ejemplo, un pequeño puede aprender a leer en voz alta mediante el método fonológico (separando las palabras en sílabas o no pronunciando las frases con fluidez), lo que denota su dificultad de decodificar los distintos grafemas en fonemas y por lo tanto establecer una locución fluida del texto.
Se pueden encontrar abundantes fuentes en Internet con listados de trabalenguas para practicar, en ocasiones organizados por niveles o temáticas, como es el caso de la sección de trabalenguas infantiles del conocido portal de Pocoyo.
Además, debemos tener en cuenta que los trabalenguas contribuyen a fomentar las habilidades mnemotécnicas en los niños, dado que pueden llegar a memorizar las palabras y adquirir mayor precisión a la hora de pronunciarlas. No obstante, es necesario destacar que este aspecto también puede atentar contra el objetivo principal en este tipo de juegos: si un pequeño memoriza el trabalenguas no le será difícil de pronunciar, por lo que se recomienda emplear un nuevo trabalenguas al cabo de un tiempo.
Finalmente, no cabe duda de lo increíblemente divertidos que pueden resultar los trabalenguas para un niño. Durante los primeros intentos, cada equivocación se volverá motivo de risa, que a su vez devendrá en un reto cada vez mayor por completar el ejercicio. Adicionalmente, la práctica constante le permitirá incrementar su confianza durante la lectura, algo en donde los signos de puntuación también juegan un papel decisivo a la hora de aprender a identificar los grupos fónicos y alcanzar la fluidez lectora.